Zenón, un filosofo griego, que había nacido en Citio, en la isla de Chipre, en el 333 o 332 a .C., un día le dijo a un alumno que no paraba de hablar: “Tenemos dos orejas y una sola boca, justamente porque debemos escuchar más y hablar menos”.
Me gusta mucho esta frase.
Es real, es válida, es simple, es clara. Cuesta tanto escucharnos, tanto los unos a los otros, como escucharnos a nosotros mismos. Podemos observar en la actualidad que vivir así tan claro, como dijo Zenón, escuchando bien, con toda nuestra real capacidad de escucha, se nos hace muy difícil, nos estamos acostumbrados, hay tanto ruido por ahí, que nos cuesta mucho escuchar bien. Y no solo me refiero a escuchar el sonido exterior, aún mas importante parece que también vamos olvidando escuchar nuestro sonido interior, nuestra voz interna, esa sabia y suave voz, dueña de la llave de nuestro mayor tesoro.
En esta frase encuentro mucha sabiduría. Este filosofo griego nos esta guiando a que seamos simplemente naturales, a que actuemos en consonancia con nuestra fisonomía, a que contemplemos nuestra forma humana para dejarnos llevar por ella.
Esta sabia frase nos dice que hablemos lo necesario, eso, exactamente lo que necesitamos, de acuerdo a lo que deseamos transmitir, informar, comunicar. No hablar por la simple costumbre de llenar silencios, vacíos. No hablar para evadir, y así escapar de lo que merezco hablar, de lo esencial (de lo que mi esencia me pida que diga) aunque a veces cueste o duela; si no lo hago, me lo guardo, lo retengo quizás me enferme. Hablar lo que amerita el momento para entender, para aprender, para dar, para ofrecer, para ser.
También tenemos que saber escuchar, no solo oír. Nuestra naturaleza biológica nos está marcando claramente que es necesario escuchar el doble de lo que hablamos, y por consecuencia cuando hablemos sabremos realmente lo que estamos diciendo, porque hemos escuchado mas.
Esto de que tengamos dos orejas me resuena mucho. Me resuena algo así como que hay una vía con dos rieles para escuchar, nuestras dos orejas.
Creo que un riel nos lleva a escucharnos a nosotros mismos. ¿Qué quiero? ¿Qué necesito? ¿Qué me hace bien? ¿De que me voy a nutrir? ¿Qué deseo? ¿Qué me pasa? ¿Quién soy? Necesitamos escucharnos, es parte de nuestro bienestar. No somos muy constantes a la hora de escucharnos allá en nuestras profundidades. Muchas de nuestras confusiones, de nuestros conflictos ocurren porque no escuchamos lo que dice mi autentico ser, no el que creo que soy, no el que los demás creen que es.
Y el otro riel no indica que esta para que escuchemos el mundo exterior, lo que pasa fuera de nosotros. Vivimos en un medio ambiente determinado y es necesario saber que pasa en mi ambiente, como esta, que necesita, que tiene para darme, que quiero de él, que quiere él de mí, para que podamos vivir en armonía integrada. No soy yo y el mundo; soy, hoy, yo en este mundo. Es sano escuchar, simplemente escuchar a los demás. Estar atentos, despiertos, alertas. Comprender. Saber que pasa ahí afuera. Sabiduría que me dará poder para vivir mejor, con mayor tranquilidad, con mas seguridad, con herramientas para evolucionar, comprendiendo los limites y las diferencias entre el afuera y el adentro, entre los demás y yo. Entendernos como un todo, respectando cada parte, escuchando de forma holistica.
Simplemente deja que tu fisiología
desempeñe su papel
permitiendo que uno de lo rieles
te guíe a conocer lo que tu alma desea hacer
y con el otro entraras en el mundo de los demás
tu gran espejo será.
no preguntes como equilibrar
Los dos rieles siempre van a la par.
Simplemente sabe:
cuando no quieras escuchar
es posible que entre si comiencen a chocar.